un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
Aun con el recuerdo dulce, casi ninguna de estas actividades fue un camino de rosas, pues como en todas las facetas de la vida humana estuvo presente el conflicto y el desánimo, del que más de una vez fui testigo. Pero mantuvo la dignidad y la coherencia, y vivió intensamente cada uno de sus días.
Muchas cosas hizo en la vida, pero yo le considero una como especial: siendo concejal del Ayuntamiento tuvo el enorme acierto de adquirir para el pueblo de Villacarrillo, la que llamaban casa de los gordos, hoy Biblioteca Municipal, y buque insignia de la cultura en Villacarrillo. Aquello le supuso ser vilipendiado políticamente en una injustísima campaña de desprestigio que le hizo pasar algunos de los peores momentos de su vida. El tiempo ha puesto las cosas en su sitio y su legado le pervive.
La enfermedad y la muerte le robó por unos días una esperada jubilación, y descubro un pequeño secreto: tan orgulloso estaba de la biblioteca, que para esa jubilación teníamos hablado su participación como voluntario diario con responsabilidades en la misma.
Como decía Machado, fue en el buen sentido de la palabra "bueno". La despedida con los mismos versos de la Elegía de Miguel Hernández:
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.