Nunca pensé que el primer comentario de este blog fuese para hablar de un atentado terrorista. Añadir más palabras a la condena es imposible, todas están dichas, todas, por muy fuertes o rabiosas, suenan a repetidas y manidas. Pero yo me que quedo con las que ha pronunciado la hija de la última víctima de ETA, el exconcejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco, asesinado días antes de las elecciones generales, que se ha limitado a decir "son unos hijos de puta".
Esta mañana se ha presentado en el Ayuntamiento el nuevo teniente de la Guardia Civil en Villacarrillo, que siendo una persona joven, de Andujar por cierto, me ha dado una muy buena impresión de cordura y afabilidad, y conscientemente no he mencionado el asesinato de un miembro del cuerpo para evitar que unos terroristas condicionen la vida, la conversación o los pensamientos de todo un país.
Puede que revele un pequeño secreto, pero en el año creo recordar que 2003 se nos convocó en Jaén a cargos socialistas de distinto rango a una reunión con mandos de la Policía Nacional que nos alertaron, según información que manejaban, de un posible objetivo terrorista en la provincia de Jaén (sede, como todo el mundo conoce, de centros de formación de la Guardia Civil) para que adoptásemos medidas de autoprotección. Es imposible describir los sentimientos y pensamientos que esa recomendación desató, al menos en mí. Lo primero que pensé fue en los concejales del País Vasco, en los miembros de los cuerpos de seguridad, o en las personas señaladas por cualquier motivo, profesores, jueces, militantes. Si a mí, que estaba a mil kilómetros de distancia me producía angustia mi seguridad y la de mi familia, ¿cómo sería el día a día, el año a año, la vida de estas personas?. Y llegué a una conclusión: que en Euzkadi, junto a los cobardes de la bomba o el tiro en la nuca, viven muchos, muchos, muchos héroes del día a día.
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