Se ha constituido legalmente la denominada "Asociación de Hombres de Mogón", un hecho que trasciende la mera creación de una asociación.
Soy consciente de que este tema puede abordarse desde un punto de vista irónico o desde uno más serio. De hecho ha suscitado polémica en mi propio equipo de gobierno y grupo socialista municipal revelando las distintas sensibilidades al respecto. Y a buen seguro que entre los lectores provocará la misma discrepancia.
Personalmente lo primero que se me vino a la cabeza fueron dos preguntas. La primera ¿para qué una asociación de hombres?, considerando que las que ya existen de mujeres en Villacarrillo (Asociación de Mujeres Avanzado, Asociación de Mujeres de Hoy, Asociación de Mujeres Viudas) se formaron para conseguir o defender derechos y moverse en una sociedad tradicionalmente machista. Leyendo sus estatutos se deduce que sus fines, al menos formalmente, son "favorecer la participación e inserción de hombres en la sociedad", "fomentar la capacidad de autogestión y organización de los hombres" participar en la vida social y cultural, y "fomentar la solidaridad y convivencia entre los hombres", pero algunos pueden pensar que en el origen pudo estar la sensación de agravio comparativo ante unas cada vez más insistentes reivindicaciones femeninas.
La segunda pregunta fue ¿se admitirán mujeres en la asociación? Y efectivamente, los estatutos hablan de socios y socias, puesto que lo contario está expresamente prohibido en la normativa (en general, ninguna asociación puede discriminar la entrada, hombres/mujeres, negros/blancos,…)
Mi opinión es que venimos de una sociedad profundamente machista de la que conservamos muchos vestigios que resultan injustos y discriminatorios para la mujer, sólo hay que ver las cifras de la violencia de género para comprobarlo (en 2009 son 55 mujeres a 2 hombres). La división de las personas según su sexo ha asignado, generación tras generación, identidades no equiparables en derechos y oportunidades. Y el modelo, pese a indiscutibles avances, sigue siendo el dominante.
Los hombres tenemos que incorporarnos a la idea de la plena igualdad de derechos y oportunidades. Y no es posible seguir refugiándonos en la seguridad que nos proporciona el machismo y la defensa contra un "excesivo" avance de las mujeres. El hombre de hoy tiene que asumir una responsabilidad histórica individual y colectiva ante las injusticias de género, no para ahondar en la rivalidad, sino para avanzar en la colaboración, no para vernos como adversarios, sino para vernos como iguales, aunque distintos. No hay razones de peso para no trabajar por la igualdad, pues no es cierto que unos ganan y otros pierden, sino que todos ganamos, las mujeres con lo evidente, y los hombres liberándonos de un corsé machista que nos hace injustos, nos quita libertad y nos embrutece. El machismo es el enemigo común de todas las personas que tenemos como valores la justicia, el respeto y la igualdad.
A pesar de que reconozco algunos excesos y pérdidas de rumbo de ese movimiento, no tengo miedo al protagonismo de las mujeres y reo que la igualdad nos hace libres y mejores personas.
Mi deseo: que llegue el momento en que no tenga que haber asociaciones de hombres ni de mujeres, ni políticas de igualdad de sexo. Pero hay que reconocer que ese momento aun no ha llegado.