Conocidos los números y el cambio de escenario político en Villacarrillo, se impone una reflexión sobre el porqué de los distintos resultados, que evidentemente será subjetiva.
Una variación tan significativa del voto se debe a una colusión de circunstancias de todo tipo. Izquierda Unida se hunde sin representación municipal, viendo como PLCV ha fagocitado sus votos, tras una campaña en la que ha errado en los mensajes, favoreciendo claramente a este partido. Sin duda IU es una fuerza necesaria en nuestro panorama político, por historia, por ideología y por implantación, y deseo sinceramente que encuentre su camino, se reconstituya y continúe su actividad política, transitoriamente fuera del Ayuntamiento. Por su parte PLCV se ha nutrido de más de la mitad de los votos de IU, de un núcleo familiar importante, más una parte de electorado tradicionalmente abstencionista al que ha conseguido movilizar y de un sector relevante del voto tradicional del PSOE, desencantado de la gestión municipal; todo en una campaña populista, en exceso agresiva y con un coste económico sorprendentemente alto. FADI ha salvado los muebles tras la decisión de última hora de su candidato de renunciar preventivamente a su acta de concejal, decisión que desconozco si se ha ejecutado. Queda con un concejal, en este caso concejala, que dada la aritmética no resultará determinante en la formación de mayorías. Nos quedamos sin saber qué habría ocurrido sin esa decisión de abandono. Es evidente que los votos que pierde han migrado hacia el PP. Por último la correlación entre PSOE y PP, con un trasvase de votos significativo. Es de común acuerdo que se ha producido un voto de castigo al PSOE de lectura nacional que, a falta de otros indicadores, puede cifrarse en un porcentaje similar a SU bajada en Andalucía. El PP de Villacarrillo ha optado por una campaña de perfil bajo, en el buen sentido, con moderación de mensajes que le ha resultado efectiva. Y falta un componente relevante, los errores y el desgaste de 12 años de gobierno local del PSOE, que los hay, y sustanciales, pero que me van a permitir sean de análisis interno para su identificación y superación, que están suscitando una ordenada autocrítica en el Partido Socialista, y que han acabado por inclinar la balanza hacia el PP.
Escribiendo estas impresiones, recordé unas anotaciones de Luis Gallego comentando que la política además de números son personas, y lleva toda la razón. Cada individuo vive, siente, valora, necesita, piensa y decide según sus circunstancias, emociones e intereses. Aunque una cosa no quita la otra, pues es tan necesario el trato a la persona como el conocimiento del comportamiento colectivo.
A todo esto hay que añadir una convicción: esta es la última de las campañas tradicionales: mítines para convencidos, megafonía más molesta que efectiva, programas electorales interminables e ilegibles, han agotado sus días y preludian nuevas formas de convencer al electorado.
Queda por contestar una pregunta: ¿y ahora qué? La respuesta es complicada y los distintos actores deberán responder desde su perspectiva. En el próximo, y último artículo sobre el tema, comentaré las decisiones de mi partido, aunque puedo avanzar que este pueblo tiene que seguir funcionando y que el PSOE no va a entorpecer el derecho del PP a formar el gobierno local, que desde la investidura facilitará la estabilidad municipal garantizando que el PP gobierne sin hipotecas, y que se ofrecerá la colaboración del PSOE para la continuidad de los proyectos. Por último hablaré de la necesidad de plantear en el PSOE la renovación de su proyecto político, en un marco local, pero también global.
Para terminar este artículo me voy a permitir un poco de humor recordando la definición de política de Groucho Marx: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados"